sábado, 1 de diciembre de 2012

Silencio...


Estás en mitad de la nada, en el pequeño claro de un gigantesco bosque. Los troncos de los inmensos árboles que se elevan hasta el cielo te rodean, cercándote, pues no ignoran que en el fondo, y pese a ser portador de una escopeta, eres una presa fácil..

La majestuosidad de la naturaleza te abruma; por primera vez, te sientes pequeño, una insignificante criatura frente a la grandeza del mundo que conocemos y de lo que ocultan las efímeras arenas del tiempo en sus brazos.

Sopla el viento, amenazador, entre las ramas doradas del otoño. Se está burlando de ti. Miras en derredor… un aleteo suena por fin, rompiendo ese vacío sonoro que se había creado.

-Es sólo un pájaro.

Se ha posado tranquilo en un tocón derribado, y ni siquiera él te ha oído susurrar.

Ahora no sabes qué hacer. Si seguir adelante entre esa maraña forestal o dar media vuelta y regresar al ruido y las prisas de la civilización.

Pero allí estás en paz, arrullado por los murmullos de unos invisibles amigos…

Con la vista al frente y el arma al hombro, das un paso adelante; nada se te ha perdido por la ciudad, ¿no es cierto? La deshonesta compañía del hombre ya no es suficiente…

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